Soy un ovillo de ansiedades.
Y como tal, elijo siempre lo conocido, lo familiar, el lugar seguro, ese que me se de memoria y que hasta me aburre.
Entonces viene el flaco, (pongamosle una capa estilo capitán calzoncillos), y me dice: vayámonos de viaje.
Y ahí me voy, atormentada internamente y por afuera guardando la apariencia de la mujer que tiene toda su vida bajo control. Y gracias a Dios pasan estas cosas, porque cuando ya estoy del otro lado logro darme cuenta de todo lo que me pierdo por el miedo a moverme.
Es el primer carnaval en muchísimos años que me he divertido tanto, que he conocido lugares tan hermosos, que he probado comida tan deliciosa y que he disfrutado tanto soltar el control de lo que pasa.
Es un lujo soltarse de vez en cuando, y más cuando es de la mano de la persona correcta.
(inserte corazoncito)